La educación musical en España en el s.XIX (II)

[…]la música se ha hermanado tan fuertemente con el espíritu de nuestra edad, sólo apreciadora de la producción, que en ningún otro, si se excluye la más floreciente Grecia, ha logrado tan crecido número de aficionados y de estudioso[…].

[…]España, por la semejanza y benigno fuego de su clima, por sus antiguas virtudes caballerescas, por la conformación privilegiada de los órganos para el canto, nitidez y sonoridad en su idioma, está llamada sí no a derribarla  a Italia  de su puesto, sí a ocupar el asiento inmediato […].

artículo en la Gaceta de Madrid del 23 de junio de 1830.

En 1830 por orden de María Cristina de Borbón (cuarta esposa de Fernando VII) se crea el Real Conservatorio de Música María Cristina de Madrid (primer conservatorio de música y declamación español), pero su fundación oficial lo fue por Real Decreto del 15 de julio de 1830 (Gaceta del 16 de septiembre) con el nombre de Real Conservatorio de Música y Declamación de María Cristina (la reina, napolitana, era gran aficionada a la música -cantaba y tocaba el arpa- y la fundación del Conservatorio que lleva su nombre se consideró entonces como obra personal suya en la cumbre de su popularidad.). Es muy significativo que el proyecto del Conservatorio, jubilosamente acogido por el infante don Francisco de Paula y por su esposa, Luisa Carlota, haga fruncir el ceño en la cámara del infante don Carlos. Galdós pone esto en boca de los carlis¬tas: «Ese pobre Rey se ha entregado en manos de la herejía y del democratismo; la Rei¬na nos quiere embobar con músicas, pero no le valdrán sus mañas para hacernos tragar la sucesión de su hija Isabelita que así será reina de España como yo emperador de China.»

Este gran acontecimiento en el panorama de la enseñanza musical española crea un centro elitista para la preparación de músicos envidiado en toda Europa. Pero este hecho tuvo dos grandes repercusiones negativas que no se contemplaron. La primera fue la separación de las enseñanzas musicales del resto de las enseñanzas (suceso el cual, posiblemente, sea la fuente de las incongruencias y males de la situación actual). Y la segunda fue el rechazo que tuvo por parte del gobierno debido a sus altos costes. Las Cortes llegaron a suprimir el crédito, y se hubiese cerrado de no ser por la Reina. Pero continuó con una existencia precaria hasta que el Gobierno le adjudicó algunos fondos de los destinados a Ciencias y Artes, y los presupuestos se incorporaron en las Cortes. Aunque nunca fue bien visto por los políticos  que lo amenazaban bajo el pretexto de que no debe el Estado malgastar el dinero creando cómicos, músicos y cantantes. Por ello, en más de una ocasión, y con el fin de convencer a los políticos de la utilidad social del Centro, se hicieron peticiones en las que se explicaba, entre otras cosas, cómo los alumnos se ganaban honradamente la vida ejerciendo la profesión.

«La gestión del centro se encomienda al tenor italiano Francesco Piermarini, quien se encarga de imbuir al Centro del espíritu italianizante en boga a través de una gestión mediocre, pese a la elección de un prestigioso profesorado (Ramón Carnicer, Pedro Albéniz y Baltasar Saldoni, entre otros). El nuevo centro no tardó en convertirse en un núcleo importante de la vida musical madrileña, impulsando el florecimiento de la música de cámara y de la zarzuela.

Sería injusto no traer a colación en este rápido repaso por el siglo XIX español la importante labor musical llevada a cabo por la Institución Libre de Enseñanza, luego sólo continuada en las actividades del Instituto Escuela. Y como dato significativo de la actitud de parte de nuestros inteletuales ante cl anacronismo de las diferentes enseñanza, bueno será citar las palabras con que Francisco Giner de los Ríos criticara el discurso pronunciado por D. Emilio Arrieta, director dcl Conservatorio madrileño —en tonces Escuela Nacional de Música—, durante el acto de inauguración del curso 1878-1879. en un artículo publicado en El pueblo español: «Acaso el señor Arrieta, desestimando el valor de esta clase de estudios —se refiere a los de acompañamiento, la repentización, y los de índole histórica y estilística que, al parecer, brillaban por su ausencia en el cuadro de enseñazas—, ¿podría creer que nada hay tan natural como el que un músico desconozca teórica y prácticamente la historia de su arte, la serie de sus grandes obras, el carácter y estilo de las diversas épocas…?». Todo un alegato que sorprende por su actualidad, cuando más de cien años después, careciendo la enseñanza musical de una sólida formación humanística, se ha acometido una reforma en profundidad basada en argumentos similares.»[se refiere a la LOGSE]

José Luis Turina. El estado actual de las enseñanzas de música, danza y arte dramático. Arte, Individuo y Sociedad, 6, Editorial Complutense, Madrid, 1994

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Un pensamiento en “La educación musical en España en el s.XIX (II)

  1. Beatrice

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