Imaginando un Concurso de Traslados 2.0
Actualidad
El actual concurso de traslados es un proceso administrativo tedioso, lento y opaco. El aspirante debe hacer acopio de todos los méritos que cree que le pueden puntuar, fotocopiarlos y compulsarlos dentro del plazo de presentación de instancias (no antes). Luego los embute como puede en un sobre, que deja en manos del kafkiano Registro de entrada de las Direcciones Territoriales u otros lugares administrativos afines. Todos con su correspondiente cola de espera kilométrica.
Pero el verdadero calvario empieza ahora. Este sobre, si todo funciona correctamente, llega íntegro a las honorables comisiones baremadoras, que se encargan de dejarse los ojos delante de interminables colecciones de fotocopias compulsadas, para decidir (según un baremo no exento de críticas) la puntuación que otorga a cada aspirante. Las comisiones deciden que documentos son válidos y cuales no. Hay méritos (como años de antigüedad, el ejercicio de puestos en equipos directivos, o cursillos) los cuales se sabe cuantos puntos valen, pero en cambio hay otros, como conciertos, premios, publicaciones, etc. que no se indica públicamente la puntuación mínima por elemento.
Este proceso genera algunos casos curiosos para examinar…
Unos ejemplos
Las comisiones baremadoras «fallan» una puntuación, la cual se hace pública para su reclamación, si procede. Pero, ahí la paradoja; si te presentan una puntuación en la que no puedes diferenciar entre los méritos que te han contado y los descartados, ¿qué vas a reclamar? Varios ejemplos:
David tiene 10 cursillos formativos, todos de las mismas horas (para simplificar), por ello le corresponden X puntos en el apartado de formación. Llega la resolución provisional y en la puntuación de dicho apartado ve que sólo le han reconocido 7 de los 10 cursillos. A la hora de reclamar, ¿cuáles son los 3 cursillos que no le han puntuado?
Otro ejemplo, más emocionante:
Nuestro amigo David ha realizado 10 concierto en los últimos 5 años (no penséis que ha hecho poco, es que a nuestro amigo David le gustan los números redondos). Estos conciertos se le deben valorar en el apartado de méritos artísticos. Pero resulta que David no tiene absolutamente ninguna referencia para saber cuanta puntuación le correspondería por cada concierto. Así que da igual que le cuenten 10, 3, 14 o ningún concierto, David está indefenso para comprobar si ha sido correctamente baremado, porque no tiene ni idea del número de conciertos que le han reconocido, ni cuanta puntuación obtiene por cada uno de ellos.
Obviamente no debe valer lo mismo un concierto en la iglesia de tu pueblo, que otro en la Fundación Juan March, o el Teatro Monumental de Madrid. Ni tampoco debe contar lo mismo ganar el primer premio en el Concurso de talentos de la comarca, que el primer premio en el Concurso Internacional de piano de Santander. ¿Méritos subjetivos? no. Tan simple como hacer un estudio de todas las variables y aplicar un baremo coherente, o si no, ¿cómo se puede garantizar la igualdad de condiciones a la hora de baremar los, mal llamados, méritos subjetivos?
Pero esto no es todo. Nuestro infatigable David, resulta que no contento con la puntuación que obtuvo después de todas las reclamaciones en el concurso de traslados, al año siguiente decide que quiere volver a concursar con una nueva rebaremación, así que no tiene más remedio que volver a realizar todo el proceso; fotocopias, compulsas, sobres, reclamaciones a ciegas, …
I have a dream…
David está muy emocionado con el nuevo sistema de presentación de méritos en el concurso de traslados. Este año, se pone en práctica un novedoso procedimiento opcional mucho más moderno, flexible y transparente. David, identificándose con su DNI-e puede accede a su página personal de relaciones con la administración.
Acaba de realizar una mini-gira de conciertos la semana pasada y ya tiene los certificados de la organización del evento. Coge el certificado, los programas de mano y las críticas del periódico; les hace una foto con su cámara digital, asegurándose de que no corta ninguna parte de los documentos y que la foto no ha salido movida. Pasa las fotos al ordenador, le incrusta su firma digital para certificar que él ha generado el archivo. Lo pasa a un pendrive, se va al despacho del director de su centro, éste coteja todos los papeles con sus réplicas digitales, y con su DNI-e incrusta de nuevo en el archivo su firma digital para realizar la compulsa. David vuelve a su portal de relaciones con la administración, y «sube» los archivos con su firma digital y la del director de su centro, que certifican que son fiel copia del original.
Meses más tarde, se publica la convocatoria del concurso de traslados, y David muy entusiasmado de probar el nuevo sistema accede a su portal personal. Allí se encuentras con una lista de todos los méritos que ha ido subiendo a medida que los conseguía y marca los que quiere aportar para esta convocatoria del concurso de traslados. Así que esto apenas le supone ningún problema; ni a él, ni a las personas encargadas de compulsar.
Finaliza el plazo de presentación de méritos, se reúnen las comisiones baremadoras. El baremador encargado de baremar los méritos de David accede al programa de baremación, en el cual le aparecen listados todos los méritos que ha aportado David, y tan solo tiene que ir marcando cuales son válidos y cuales no. Y para los que no, tiene una casilla de texto en la cual indica el motivo de desetimación. Semanas después en la resolución provisional David vuelve a acceder a su portal personal y allí puede ver la puntuación obtenida por cada mérito individualmente y los motivos de desestimación de los méritos descartados.
… pero entonces David se despierta, y recuerda que pertenece al cuerpo de profesores de música y artes escénicas, y no le cuenta el doctorado que ha estado haciendo durante los últimos años en una universidad alemana, ni tampoco le reconocen sus estudios de Alemán. Los múltiples cursillos que ha ido haciendo ya exceden del máximo reconocido para el apartado de formación. No quiere ni pensar en su licenciatura en Pedagogía. Y además, aun no ha hecho las fotocopias de todos los programas de mano de sus últimos conciertos, ni sus correspondientes compulsas…
I have a dream…
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